viernes, 23 de marzo de 2012

El cuento: origen y desarrollo (114) por Roberto Brey

Alfabeto cuneiforme mesopotámico.
114

Cercano Oriente, Africa, China, Japón, India.

Los primeros escritos y su evolución

Si como dijimos en algún lugar, la escritura nace para que las palabras permanezcan… es posible que si esas palabras dichas al viento -que hayan sido modificadas, olvidadas y recreadas, formando historias, pensamientos o relatos-, pudieron mantener el concepto de lo que expresaban, fue a partir de la creación de la escritura.

El sociolingüista  francés Louis-Jean Calvet (1942) considera a la escritura como producto de un largo proceso histórico debido al ingenio, y necesidad, de los hombres. Para él, treinta siglos de evolución a partir de los kia wen (inscripciones sobre escamas y caparazones de los siglos XII y XI a.C. en China), dan por tierra con las leyendas antiguas del este y del oeste, que le atribuyen a los dioses la creación de la escritura.

En su trabajo sobre el origen de la escritura, Calvet extrae interesantes conclusiones.
1) Que las distintas escrituras del mundo no provienen de un mismo modelo inicial, pero todos los alfabetos tienen un origen común: pictogramas que enseguida adquieren valores fonéticos, evolucionando hacia una escritura silábica y, por acrofonía (conserva sólo la primera letra de una sílaba o palabra), hacia el alfabeto.
2) El origen de la escritura es llevar la contabilidad, conservar edictos y leyes, mantener vivos en las tumbas el recuerdo de los personajes importantes. La escritura aparece en las ciudades. Es práctica. Mucho más tarde la escritura pasó a ocuparse de otras funciones (estéticas).
3) En todas las épocas la voluntad fue mantener en grupos restringidos el poder que ella confería. También en la época moderna, lo que demuestra “que existe un vínculo muy estrecho entre escritura y poder”. “La escritura, nacida de las necesidades de los poderes  civiles o de los poderes religiosos, enseguida se convertiría en una apuesta del poder, y hasta cierto punto continúa siéndolo en la actualidad”, asegura.
4) “Los alfabetos no suponen en modo alguno la forma más perfecta de escritura”. En el momento en que Europa daba los últimos retoques al alfabeto heredado de la Mesopotamia… los mayas elaboraban su sistema…

Calvet considera como una necesidad humana el retener el lenguaje oral. “Para ello ingenió diferentes soluciones que se apoyan, todas ellas, sobre el mismo principio: acercar el carácter pictórico al gestual, es decir, poner los trazos gráficos al servicio de esas palabras que se desvanecen”.

Pero los formatos encontrados hasta hoy para conservar la memoria -asegura-, gracias a las nuevas tecnologías, mañana estarán en un “museo de antigüedades” y darán paso a otros modos de conservación.

Desde aquella escritura pictográfica del sur de la Mesopotamia 3300 a. C, pasando por la escritura egipcia, los cuneiformes sumerios, los pictogramas chinos, los alfabetos griego, etrusco, itálicos (VIII  a. C), el alfabeto latino, el brahmí, el hebreo,  la definitiva escritura china, el godo, el árabe (s. IV). Y pasando por la expansión de la escritura china a Corea, Vietnam y Japón, como línea de expansión del budismo a principios de nuestra era, hasta llegar al día de hoy; en todo ese período existieron distintos tipos de escritura, tanto en los diferentes géneros literarios, como en los formatos de los libros (cuero o papiro antes, papel o digitales hoy).

De esto se desprende que más allá de la reconocida tradición oral del cuento como proveniente del cercano oriente y de China, también hubo textos de toda variedad realizados por escritores no occidentales. Sin embargo, teniendo en cuenta el predominio de occidente durante la época moderna, tanto en lo político como en lo militar, mucho de lo escrito hoy se desconoce, especialmente en nuestros países colonizados, y parte de lo que se pudo haber producido en la misma América como en Asia y África fue destruido, ignorado, o simplemente no traducido a las lenguas occidentales predominantes, lo que mantiene en la oscuridad hasta hoy mucho de lo producido en la antigüedad.

Occidente actuó, con respecto del mundo todo, como una especie de vidriera, algo así como hoy actúan los grandes medios de comunicación con la información en general: “lo que no aparece en ellos no existe”, suelen decir, y sólo un arduo trabajo de investigación puede rescatar lo que producen los sectores más postergados del mundo, de la humanidad o de un país, y su trascendencia, por lo menos para lo que Occidente considera trascendencia, es muy relativa, en aras del afán permanente por la uniformidad del pensamiento y del mercado, objeto de lucro y de ganancias por quienes hoy dominan en el mundo.

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